Cuando pensamos en performance artística y en sus espacios de desarrollo, normalmente los asociamos a lugares donde existen un gran flujo de personas y donde el descubrimiento y exploración de ideas es también más regular. Las nociones de Centros Culturales y de Espacios de creación nos aparecen en el imaginario cultural, social y político asociadas a las grandes capitales europeas o ciudades que, por su dimensión e inversión en políticas artísticas y culturales, asumen una determinada relevancia en el espacio público.

Las normas y patrones existen para ser contrariados y así ha pasado en la Ultraperiférica Isla Madeira desde hace veinte años. En septiembre de 2001, en aquel espacio insular, aparecía el proyecto piloto que dio origen a lo que hoy conocemos como Companhia Dançando com a Diferença (Compañía Danzando con la Diferencia), que tiene toda la práctica y filosofía de trabajo basada en el concepto de Danza Inclusiva.

Su elenco, compuesto por personas con y sin discapacidad, ha interpretado creaciones de algunos de los más importantes coreógrafos del escenario contemporáneo de la danza, donde podemos destacar, entre otros, a Rui Horta, Clara Andermatt, Henrique Rodovalho, La Ribot y Vera Mantero.

Las diferentes fases de constitución del repertorio de la compañía fueron capaces de generar una mayor aproximación del público de la Isla Madeira a la danza y en una fase posterior, fueron responsables de hacer que las restricciones causadas por la ultraperiferia no fuesen un gran problema, llevando la compañía a más de sesenta ciudades en diferentes países y continentes. Podemos observar en este trabajo la constitución del repertorio de la Companhia Dançando com a Diferença y la transformación de un trabajo inicialmente definido como “alternativo” en algo que ha conseguido aproximarse al “Mainstream”.